miércoles

no hay

grafitis en niuyorciti. algunas pegas guapas en el village, cuatro plantillas y papeles pintados de obey y para de contar. los trenes de los ochenta están en el museo. he hablado con alguno que cuenta cosas muy feas de los tiempos en que no sabías si lo que el homeboy (b-boy, ghettokid, pandillero, hiphopero, ragatoniense o anglohardcorito), de la esquina sacaba del bolsillo sería un bote de spray o una pistola. no se me alteren, la asociación de ideas no es mía, sino de uno que llevaba pistola pero no bote de spray, y que sobre todo tampoco era un homeboy. no es cuestión de negar que aunque ahora no (me) dé miedo ningún rincón del harlem, hace veinte años había que andarse con mucho más cuidado. sobre todo si te distraías mirando las paredes. pero que el arte urbano y la violencia callejera casi desaparecieran al aumentar la represión policial no convierte al primero en expresión de la segunda. dije algo sobre si haring levantara la cabeza. bueno, pues lloraría, porque las farolas aquellas hiperdecoradas lo están con permiso del ayuntamiento.
pd. en el barrio sólo hay pintadas de de la vega (alguna buena), y un mural hortera en (de) la comisaría de policía que no voy a colgar aquí para no herir sensibilidades. estuve a punto de hacerlo, porque condensaba muy bien la idea del nuevo monopolio, de los murales y sobre todo de la violencia. ver por ejemplo stonewalled, el nuevo informe de amnistía internacional sobre abusos policiales a prostitutas, transexs, maribollos sin pasta y otros parias, en nueva pork y otras ciudades de por aquí.