jueves
lunes
cerrado por derribo
el otro día me asomé a la ventana y en vez de el paisaje habitual me encontré a uno que me dijo desde la azotea de la casa de al lado donde vivía la del arte abstracto que iban a tirar la casa para levantar cuatro adosados y unas cuantas oficinas. creo que si logro concentrarme en lo que me voy a ahorrar en pilas para el despertador de aquí a quién sabe cuándo dónde quién cómo cuánto ni por qué, todo irá bien. la foto es de cuando ya la habían apuntalado bien para que no se les cayera antes de demolerla.
domingo
miércoles
paseando por las dunas
me asaltaron, entre otras cosas, algunas dudas. especialmente una muy tonta y provinciana (como me myself), a saber, ¿por qué las lesbianas no van de cruising? podría preguntarme, también, por qué no es una práctica normal en el mundo hetero en general. pero entonces llegaría a la conclusión, mitad obvia mitad estúpida, de que si los chicos heteros no lo hacen es porque no lo hacen las chicas hetero, y no por falta de ganas. con lo cual llegaríamos a decir alguna burrada como que a las chicas no les gusta follar por follar, lo cual además de falso es una mentira muy grande y, también de paso, muy provinciana. el caso es que si el cruising aparece, así a primera vista, como algo tan culturalmente específico y restringido, ha de ser por una fuerte inercia que empuja en dirección contraria a los dictados de la carne y del sentido común. una inercia que por cierto pesa siempre un poco más sobre las mujeres en particular. y no una inercia cualquiera, sino justo la necesaria para que fueran posibles la monogamia, la producción de la próxima generación de obreros y hasta los paseos por el espacio. ni que decir tiene que ya es hora de empezar a pensar en cosas más importantes.